Francisco, al final del Sínodo alude al clima de acusaciones de los últimos meses: Es un momento difícil porque el gran acusador, mediante nosotros, ataca a la Madre, y la Madre no se toca

Nosotros, los hijos de la Iglesia, somos todos pecadores, pero Ella, la Iglesia, Nuestra Madre no debe ser ensuciada. Es un momento difícil, porque el gran acusador, mediante nosotros, ataca a la Madre, y la Madre no se toca». El Papa Francisco, en la conclusión del Sínodo de los obispos sobre los jóvenes, celebrado durante cuatro semanas en el Vaticano, volvió a presentar el dramatismo de la situación de la Iglesia, atacada por quien quiere dividir. Por ello, Bergoglio recordó nuevamente el llamado que había hecho a rezar el Rosario cotidianamente durante todo el mes de octubre y la oración a San Miguel Arcángel, invocando su protección ante los ataques del demonio. 

«También yo debo decir gracias, a todos», dijo el Papa en su saludo, bromeando sobre el esfuerzo de los expertos que redactaron el documento preparatorio dejándose «la piel», y ahora, en el documento final, «se dejan los huesos». El Papa agradeció a los “oidores”, especialmente a los jóvenes, que «nos han traído al aula su música, palabra diplomática para decir… lío». 

Bergoglio quiso comunicar algunas cosas que «llevo en el corazón: insistir una vez más que el Sínodo no es un parlamento, es un espacio protegido para que el Espíritu Santo pueda actuar y por ello la información se da en general, pero no con los nombres y las cosas dichas particularmente. Este ha sido un espacio protegido. El que ha trabajado ha sido el Espíritu Santo. El resultado del Sínodo no es un documento: estamos llenos de documentos, no sé si este hará algo, pero sí sé que debe trabajar en nosotros». 

«Nosotros hemos hecho el documento y lo hemos aprobado. Ahora el Espíritu nos da el documento para que trabaje en nuestro corazón, somos nosotros los destinatarios de los documentos, no la gente de afuera, para que este documento trabaje». El Papa indicó que se rece, que se estudie y que se pida luz para leerlo. «Es para nosotros, principalmente, los primeros destinatarios somos nosotros. Es el Espíritu el que ha hecho todo esto». 

Después, el final, con el juicio sobre la situación de la Iglesia bajo ataque. «Pienso en nuestra Madre, la Santa Madre Iglesia: los últimos tres números del documento sobre la santidad dejan ver que nuestra Madre es santa, pero nosotros los hijos son pecadores, somos pecadores todos. No olvidar la expresión de los Padres, “casta meretrix”. Debido a nuestros pecados el gran acusador se aprovecha siempre (leemos en el primer capítulo de Job), que da vueltas, da vueltas buscando a quién acusar». 

«En este momento —observó Francisco— nos está acusando fuerte, y esta acusación se convierte en persecución pura. Que lo diga el presidente de hoy (el patriarca iraquí Sako), el pueblo perseguido en otras partes de Oriente. Y también hay otro tipo de persecución, de acusaciones continuas para ensuciar a la Iglesia: la Iglesia no debe ser ensuciada. Los hijos sí, pero la Madre no, y la Madre hay que defenderla del gran acusador con la oración y la penitencia. Por ello he pedido que se rece el Rosario, a la Virgen, a San Miguel Arcángel. Es un momento difícil porque el acusador, mediante nosotros, ataca a la Madre, y la Madre no se toca». 

El Patriarca caldeo Louis Raphael Sako, poco antes de que el Papa comenzara a hablar, hizo una alusión a los recientes ataques contra el Papa y la Iglesia, debido al escándalo de la pederastia y al “comunicado” del ex nuncio Carlo Maria Viganò, quien pidió la renuncia de Francisco: «Santo padre, usted no está solo; todos nosotros, que representamos a los obispos católicos en el mundo, estamos con usted y estamos unidos a usted en una comunión integral. Estamos todos unidos a usted en la oración y en la Esperanza. Recuerde que millones de fieles rezan por usted todos los días. Y muchos hombres y mujeres de buena voluntad admiran sus palabras y sus gestos para un mundo de fraternidad universal, justicia y paz. Entonces, no hay nada que temer. Un proverbio árabe dice: “El árbol con frutos es golpeado con piedras”. Siga adelante con valentía y confianza. La barca de Pedro no es como otras barcas, la barca de Pedro, a pesar de las olas, sigue sólida, porque está Jesús en ella y nunca la dejará. Con Él, los desafíos y los sufrimientos se superan con la fe, la oración, la misericordia, la sinceridad y la firmeza, la integridad y la transparencia. Todo es claro, no hay nada que ocultar». 

Fuente: VATICAN INSIDER VATICANO